Parroquia Santa Ana y San Joaquín
Cuenta con una torre que remata en una cruz de hierro forjado en lo alto de la iglesia como un símbolo de fortaleza y fe que se alza sobre el horizonte.
La cúpula cuadrada de remate cónico revestida con tejas de tipo pizarra francesa heredada de la arquitectura eclesiástica, simboliza la fe cristiana y combina durabilidad con belleza.
En noviembre de 1925 se logra colocar una campana de 500kg. llamándonos a reunirnos en comunión y recordándonos que en cada sonido resuena la gracia de Dios.
Posee un farol central octogonal de hierro con vidrio y detalles de la época, suspendido por una cadena, el mismo alcanza fácilmente el tamaño de una persona.
Posee tres portones dobles principales de madera tallada que llegan hasta el techo, posteriormente en el interior se hicieron reformas para quitar las puertas vaivén por puertas de vidrio y metal.
Patronos de los abuelos
Sobre Joaquín y Ana, padres de María, no hay referencias en la Biblia
y no hay informaciones verídicas; las que nos han llegado hoy se
derivan de textos apócrifos como el Protoevangelio de Santiago y el
Evangelio del pseudo-Mateo, así como de la tradición.
El descendencia, signo del amor de Dios
Ana parece haber sido hija de Achar y hermana de Esmeria, quien
fuera madre de Isabel y por lo tanto abuela de Juan el Bautista.
Joaquín es descrito como un hombre virtuoso y muy rico del linaje de
David, que solía ofrecer una parte de las ganancias de sus bienes al
pueblo y una parte en sacrificio a Dios. Ambos viven en Jerusalén.
Casados, Joaquín y Ana no tienen hijos por veinte años. No generar
descendencia, para los judíos en aquel tiempo era una señal de la
falta de bendición y favor de Dios; por lo tanto, un día, al llevar sus
ofrendas al Templo, Joaquín es increpado por un tal Rubén (tal vez un
sacerdote o un escriba): indigno por no haber procreado, de hecho,
según él no tiene derecho a presentar sus ofrendas. Joaquín,
humillado y escandalizado por esas palabras, decide retirarse al
desierto y durante cuarenta días y cuarenta noches implora a Dios,
entre lágrimas y ayunos, que le dé una descendencia. Ana también
pasó días en oración pidiendo a Dios la gracia de la maternidad.
El anuncio del nacimiento de María
Las súplicas de Joaquín y Ana son escuchadas en el cielo; por lo que
un ángel se les aparece por separado y les advierte que están a
punto de convertirse en padres. El encuentro de los dos en la puerta
de la casa de ambos, después del anuncio, se enriquece con detalles
legendarios. El beso que la pareja de esposos intercambia fue dado
ante la Puerta de Oro de Jerusalén, el lugar donde, según la tradición
judía, se manifestó la presencia divina y el advenimiento del Mesías.
Se amplía aún la iconografía de este beso frente a la famosa puerta
que los cristianos creen que es por la que Jesús hizo su entrada en la
Ciudad Santa el Domingo de Ramos. Meses después del regreso de
Joaquín, Ana da a luz a María. La niña es criada en el cuidado
amoroso de su padre y de su madre, en la casa que estaba ubicada
cerca de la Piscina de Bethesda. Allí, en el siglo XII, los cruzados
construyeron una iglesia, todavía existente, dedicada a Ana, que
educó a su hija en las artes domésticas.
El culto
Cuando María cumple 3 años, para dar gracias a Dios, Joaquín y Ana
la presentan en el Templo para consagrarla al servicio del mismo
Templo, como habían prometido en sus oraciones. Los apócrifos no
informan nada más sobre Joaquín, mientras que sobre Ana dicen que
vivió hasta los 80 años de edad. Sus reliquias fueron guardadas
durante mucho tiempo en Tierra Santa, luego trasladadas a Francia y
enterradas en una capilla excavada bajo la catedral de Apt. Su
descubrimiento e identificación serían acompañados más tarde por
algunos milagros. El culto a los abuelos de Jesús se desarrolló
primero en Oriente, luego en Occidente y a lo largo de los siglos la
Iglesia los ha recordado en diferentes fechas. En 1481, el Papa Sixto
IV introdujo la fiesta de Santa Ana en el Breviario Romano, fijando la
fecha de la memoria litúrgica en el 26 de julio, transmitida como día
de la muerte. En 1584, Gregorio XIII introdujo la celebración litúrgica
de Santa Ana en el Misal Romano, extendiéndola a toda la Iglesia. En
1510, sin embargo, fue Julio II quien introdujo la memoria de San
Joaquín en el calendario litúrgico el 20 de marzo, que fue trasladado
varias veces a lo largo de los siguientes siglos. Con la reforma
litúrgica que siguió al Concilio Vaticano II en 1969, los padres de
María fueron "reunidos" en una sola celebración el 26 de julio.
Desde 2021, la Jornada se celebra en toda la Iglesia cada cuarto domingo de
julio, cerca de la conmemoración litúrgica de los santos Joaquín y Ana, los
“abuelos” de Jesús.
El Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida acompaña y promueve su
celebración e invita a vivir la ocasión -en cada diócesis, parroquia y realidad
eclesial- con dos gestos significativos: la celebración de una liturgia solemne
junto a los abuelos y las personas mayores, y la visita a los ancianos solos de
la propia comunidad.
La celebración de la Jornada quiere subrayar la necesidad de que la pastoral
de los ancianos y la lucha contra la cultura del descarte adquieran relevancia y
se conviertan en una preocupación ordinaria en la vida de toda comunidad
eclesial.
En el sitio web del Dicasterio están disponibles ayudas y materiales para la
celebración de la Jornada.
“Foto original de 1930 y una versión restaurada digitalmente.”
Posee tres portones dobles principales de madera tallada que llegan hasta el techo, posteriormente en el interior se hicieron reformas para quitar las puertas vaivén por puertas de vidrio y metal.
Posee un farol central octogonal de hierro con vidrio y detalles de la época, suspendido por una cadena, el mismo alcanza fácilmente el tamaño de una persona.